miércoles, 4 de diciembre de 2013

Frankenstein Educador




FRANKENSTEIN EDUCADOR
 

El libro “Frankenstein Educador”, escrito por el autor Philippe Meirieu, está centrado en la formación del educador y como este debe formar al educando con saberes específicos y significaciones.
Debemos adaptarnos a este mundo en constante cambio, debemos adquirir códigos y hábitos. Además, deben intervenir en nuestra vida otras personas, puesto que si no nunca llegaremos a ser adultos.

Esto es una de las cosas de la que se nos diferencia de los demás animales; los hombres han de elegir sus valores, estilo de vida, todo.  El hombre llega despojado totalmente de conocimiento y por esto ha de ser un hombre educado. Además, el hombre es el único ser susceptible dentro del ámbito educativo.

“Él hombre no puede hacerse hombre más que por la educación, no es más que lo que hace de él. Y observamos que no puede recibir esa educación más que por otros hombres, que a su vez la hayan recibido también” Kant

A lo largo de la historia comienza el mito de la educación como fabricación: todo educador, sin duda, es siempre en alguna medida un Pigmalion, que quiere dar vida a lo que “fabrica” (pág. 34)

Philippe Meirieu propone en su libro una Revolución Copérnica en la pedagogía. Esta propuesta es, que se debe cambiar la concepción de educación por la de fábrica, como es la que propone el doctor Frankenstein. La educación debe centrarse en la relación entre sujeto y el mundo humano que lo acepta. Su función es permitirle construirse a sí mismo como “sujeto del mundo”: beneficiario de una historia en la que sepa que está en juego, capaz de comprender el presente y de inventar el futuro (pág. 70)



Una vez, resumido un poco de que trata más o menos el libro de “Frankenstein Educador” y de lo que propuso su autor dentro este, pasaremos ahora a proponer y comentar una serie de frases que a mí, personalmente, me han gustado y llamado la atención desde que comienza el libro hasta que se termina.
Educar es, pues, introducir a un universo cultural, un universo en el que los hombres han conseguido amansar hasta cierto punto la pasión y las muerte, la angustia ante el infinito, el terror ante las propias obras, la terrible necesidad la inmersa dificultad de vivir juntos…(pág. 25). Con esto se refiere a que con la educación se enseña todo lo ocurrido en el mundo, lo que debe ser cambiado o mejorado, a lo que se debe hacer frente en futuros próximos, etc., ya que con las experiencias vividas poco a poco vas adquiriendo nuevas maneras de actuar, de vivir y hacer frente a la vida…

Quien tenga la educación de alguien a su cargo debe poner en ello toda su energía, ha de multiplicar las solicitaciones, ha de comunicarle los saberes y los saber hacer más elaborados, ha de equipararlo cuanto más mejor para que, cuando deba encararse solo al mundo, pueda asumir lo mejor posible las opciones personales, profesionales o políticas que tendrán que tomar (pág. 28)

<<Desde que los profesores empezaron a tratarle como un buen alumno se convirtió de veras en uno: para que la gente merezca nuestra confianza, hay que empezar por dársela>>. Y sucede al revés, también (pág. 31). Esto se refiere a que siempre hay que darle la oportunidad a todo el mundo dentro de la educación, además hay que estimularle y jamás ponerle límites. Para ello, no debemos caracterizan a los alumnos o personas por lo que nos digan sino por lo que nos demuestren a nosotros.

Pero una vez más las maquinaciones fallan: concluyendo que, sean el Golem o sean  mandrágora, los seres ideados por los hombres no se dejan dominar fácilmente (pág. 45) puesto que todo hombre tiene sus principios e ideales.

Hay quien confunde la educación con la omnipotencia, no soportan que el otro se les escape de las manos y quieren dominar por completo su fabricación (pág. 56)

Fabricar un hombre y abandonarlo es correr, efectivamente, el riesgo de hacer de él un monstruo (pág. 60), ya que para hacerlo hay que pensar primero en lo que conlleva fabricar un hombre, las consecuencias y problemas que puede acarrear en un futuro.

La poiesis se caracteriza por tratarse de una fabricación que se detiene en cuanto alcanza su objetivo. La praxis, por el contrario, se caracteriza por ser un acción que no tiene más finalidad que ella misma: aquí ya no hay ningún un objeto a fabricar… (pág. 62)

Frankenstein, es evidente, reduce la educación a una poiesis: para él la acción termina con la fabricación (pág. 63)

El niño llega al mundo infinitamente pobre, y que no puede desarrollarse más que gracias a un entorno estimulante y a su inscripción en la cultura (pág. 68), es decir, que el niño nada más nacer está exento de todo conocimiento y para que adquiera nueva conocimiento debemos estimularle y enseñarle su cultura.

Por otro lado, Philippe Meirieu establece siete exigencias dentro de la revolución copernicana en el ámbito pedagógico, que son las siguientes:
La primera exigencia de la revolución copernicana en pedagogía consiste en renunciar a convertir la relación de filiación en una relación de causalidad o de posesión. Se trata de acoger a aquél que llega como un sujeto que está inscrito en una historia pero que, al mismo tiempo, representa la promesa de una superación radical de esa historia (pág. 72)
La segunda exigencia: consiste en reconocer a aquél que llega como una persona que no puedo moldear a mi gusto. Es inevitable y saludable que alguien se resiste a aquél que le quiere “fabricar”. Es ineluctable que la obstinación del educador en someterle a su poder suscite fenómenos de rechazo que sólo pueden llevar a la exclusión o al enfrentamiento. Educar es negarse a entrar en esa lógica (pág. 75)
La tercera exigencia: supone una reconstrucción, por parte del sujeto, de saberes y conocimientos que ha de inscribir en su proyecto y de lo que ha de percibir en qué contribuyen a su desarrollo (pág. 77)
La cuarta exigencia: consiste en constatar, sin amargura ni quejas, que nadie puede ponerse en el lugar del otro y que todo aprendizaje supone una decisión personal irreductible del que aprende (pág. 80)
La quinta exigencia: consiste en no confundir el no-poder del educador en lo que hace a la decisión de aprender y el poder que sí tiene sobre las condiciones que posibilitan esa decisión. La pedagogía no puede desencadenar aprendizajes mecánicos, pero si crear espacios en los que el sujeto se atreva a un “hacer algo que no se sabe hacer para aprender a hacerlo” (pág. 85)
La sexta exigencia: consiste en inscribir en el seno de toda actividad educativa la cuestión de la autonomía del sujeto. La autonomía se adquiere en el curso de toda la educación, cada vez que una persona se apropia de un saber, lo hace suyo, lo reutiliza por su cuenta y lo reinvierte en otra parte. S e le ofrecen medios para que se desarrolle y acompañar al otro hacia aquello que nos supera y, también, le supera (pág. 90)
La séptima exigencia: asumir la insostenible ligereza de la pedagogía. Dado que en ella el hombre admite su no-poder sobre el otro, dado que todo encuentro educativo es irreductiblemente singular, dado que el pedagogo no actúa más que sobre las condiciones que permiten a aquél al que educa actuar por sí mismo. La pedagogía es un proyecto, que está sostenida por una verticalidad irreductible frente a todos los saberes de quienes observan, controlan y verifican. Es una esperanza activa del hombre que viene (pág. 93)


Continuando con las frases observamos que debemos considerar al niño como un sujeto que aprende <<libremente>> (pág. 97), es decir, que aprende según lo que encuentre en su entorno y todo lo que le engloba pero siempre estará su aprendizaje controlado por el educador.

Ya no se trata sólo de democratizar el acceso a la escuela: hay que democratizar, también el éxito, gestionando lo mejor posible la inevitable heterogeneidad en las clases (pág. 107-108), puesto que si no es así, los alumnos pierden el interés y es ahí cuando fracasan en los estudios.

La pedagogía diferenciada invita al enseñante a plantear de otro modo las actividades, a cambiar de soporte o cambiar la organización de la clase (pág. 108) para que los alumnos tengan y adquieran interés para aprender.

Una enseñanza en la que las adquisiciones sean utilizables fuera del control del enseñante y de la misma situación de formación permite la emancipación del sujeto (pág. 112) 

Para conseguir el éxito escolar se debe enriquecer al sujeto en todas las dimensiones de su personalidad y permitirle construirse como un verdadero ser cultural.

Para finalizar, podemos afirmar que enseñar es tratar de comunicar lo más grande y lo más hermoso que los hombres han elaborado pero también es, por definición, tratar de comunicarlo a todos. Es por eso que no debo someter al otro a mi saber, sino que he de someterle a mi saber. Y también podemos decir que la pedagogía es praxis, es decir, que ha de trabajar sin cesar sobre las condiciones de desarrollo de las personas y, al mismo tiempo, ha de limitar su propio poder para dejar que el otro ocupe su puesto. No debe resignarse jamás en el ámbito de las condiciones, pero no por eso ha de dejar de aplicarse obstinadamente al de las causas.
Con este libro, puedes aprender mucho y enriquecerte aún más como persona, ya que aporta unos conocimientos y unos saberes que te ayudan a comprender la realidad y a saber llevar por buen camino nuestro aprendizaje. Aquí os dejo con un pequeño video que resume de manera breve y directa la propuesta realizada por Philippe Meirieu

 
Redactado por: Esther Reche Carbonell

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